Al llegar al castillo de Beaulon, el visitante es recibido por un viejo fresno. Su follaje y su sombra proyectada en el suelo resaltan los arriates, desde los que se aprecia el verdor luminoso del césped y el color intenso de los macizos de flores.
Entre la fachada norte de la vivienda y el palomar, se extiende en semicírculo un arriate jalonado por macizos de coníferas podadas. En el centro del hemiciclo, una grácil escultura, alegoría de la vid, asegura la serenidad del lugar.
El paseante tomará, indistintamente según su estado de ánimo, los senderos que descienden hasta la maleza que cobija las Fuentes Azules. Antes de llegar a la linde del bosque, el visitante verá la bodega de embotellado del castillo y habrá olido los aromas del Jardín Azul y las especies vegetales que bordean el paseo.
área : 13 ha